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9 de septiembre de 2015

Una venezolana que vive en Venezuela

Imagino que la mayoría de las personas que leen este blog son venezolanos y que están conscientes de lo que se vive en el país día a día, ya sea porque lo viven, como yo, o porque tienen referencia de sus familiares. Pero si hay alguien ajeno a este "berenjenal" (desastre - bochinche), explicaré con un poco de detalles para poner en claro mi punto.

El país, producto de las malas políticas económicas, está sufriendo de escasez de productos desde hace aproximadamente cuatro años, pero es en este año donde hemos sufrido de la escasez más atroz en productos de muchos rubros que van desde alimenticios, medicinales o de materia prima en todos los rubros de la industria (va desde material para elaborar guantes de goma, hasta gasolina).

No hay repuestos de autos, incluyendo cauchos (gomas, llantas o neumáticos) y los que llegan esporádicamente se venden muy rápido y por lo general a altos precios. El cartón de huevos se ha convertido en el referente térmico, es decir termómetro, que nos demuestra cuánto ha subido el costo de la vida de una semana a otra y la alimentación del venezolano, que ya era desbalanceada, se ha volcado precipitadamente a los carbohidratos porque es lo único que se consigue a "precios regulados", claro si decides hacer las colas interminables, como se observa en la foto de tuestimulo.com 


Fuente: elestimulo.com (07/01/15)
De todo esto está pasando en este país, además de otras anomalías como el alto índice de delincuencia (hurtos, robos, secuestros, homicidios, etc.) la proliferación de "bachaqueros" (vendedores ambulantes) que se dedican ha comprar productos a precios regulados para revenderlos a precios muy altos (algunos dicen que al precio real), el comportamiento anómico de la población que se encuentra desbordado y un gobierno que reacciona "apretando más el control", hasta obligar a las cadenas de supermercados a tener sistemas biométricos (huellas dactilares) de registro y control para vender productos de consumo masivo, sean de precio regulado o no. Me pregunto: ¿cómo es que no estoy deprimida? ¿cómo es que no me dejo atrapar por el sentimiento de "desesperanza aprendida" en el que se encuentra sumido el país desde hace unos años? La verdad es que estuve allí, no tengo idea como salí, pero desde que tengo otra actitud me he sentido mejor.

Creo que mi actitud en este momento es de profunda convicción en mis creencias y valores, esta experiencia se convirtió en un momento en el que observo mi realidad, me adapto, pero no me traiciono y sobre todo no permito que las circunstancias determinen mi estado anímico, mis sentimientos, ni mis emociones... La gente me pregunta: 
- ¿Cómo no te molestas por tal cosa?
- No sé y no quiero. Respondo.

La verdad es que quiero vivir mi vida de la mejor manera posible, eso no me inmoviliza, todo lo contrario, estoy muy activa, no estoy ciega a mi entorno, además me importa, no acepto la imposición gubernamental pero no niego lo que ocurre. Simplemente tengo la mejor actitud en las peores circunstancias.

7 de septiembre de 2015

El "vivismo" del venezolano



¿Recuerdan a Tío Conejo, si a ese simpático animalito que acompañó la niñez de una importante generación de venezolanos? Ese conejo que con astucia o maña siempre venció la fuerza, frecuentemente representada por Tío Tigre, claro está.

Bueno, les confieso que ese par de personajes suelen representar los valores que menos me gustan de la venezolanidad, ese "vivisimo" del que nos vanagloriamos cuando "compramos el mismo objeto pero más barato", cuando "conseguimos un producto sin hacer cola (fila)", o cuando presumimos de "ganar más dinero por menos trabajo" que las otras personas. Cuando nos comportamos de esta manera está presente nuestro Tío Conejo interno. Ese Tío Conejo que desea estar por encima de los demás y de gozar de un poder que el otro no tiene, aunque se resuma a dejarte entrar o no a un despacho público.

La verdad es que esos valores que enaltecen el "facilismo", el "me lo merezco porque sí", "el pónganme donde haya" y que se contraponen a "hay que ganarse la vida con el sudor de la frente", "hay que estudiar/trabajar para superarse", "hay que obtener bienes con honradez"... son los valores que se resaltan en los cuentos tradicionales venezolanos de Tío Tigre y Tío Conejo, donde el conejo siempre sale airoso haciendo trampa y al pobre tigre lo ponen como feroz pero "poco inteligente". Tío Conejo me recuerda al refrán español "Más vale maña que fuerza", y sí, hay circunstancias donde esto es o debería ser lo deseado, pero eso no implica que sea una regla absoluta, ni mucho menos que todas las personas fuertes o correctas (por los muchos otros personajes que aparecen del cuento referido) no son inteligentes. Tío Conejo, nuevamente, despierta y refleja esos prejuicios "maliciosos" que tenemos hacia otros.

Esa actitud nos viene desde la época de la colonia y es fácil ver su raíces en la idiosincrasia española, autores como Germán Carrera Damas, Francisco Herrera Luque, Elías Pino Iturrieta, Axel Capriles, entre otros, han estudiado ampliamente este hecho y pueden consultarlos si quieren profundizar en ello. Sin embargo, lo que realmente quiero resaltar en esta nota es que esos valores que nos inculcan estos cuentos tradicionales venezolanos están errados y debemos comenzar a cambiarlos, debemos enseñar a las nuevas generaciones el valor del trabajo, del estudio, del esfuerzo, de la honestidad y de la humildad (la verdadera, la que no es sinónimo de pobreza), para que en las próximas generaciones no exalten ese vivismo criollo que nos ha caracterizado.

Esta reflexión me lleva a pensar en conclusiones:

  • No porque algo sea tradicional es bueno, y por último, 
  • Hay que dejar de enaltecer los cuentos tradicionales de Tío Tigre y Tío Conejo (#HayQueEliminarATíoConejo).






31 de enero de 2014

El mundo al revés

El mundo al revés
En mi entrada más reciente de Viaje al mundo anterior, traté de llamar la atención sobre esa desidia o apatía que puede acompañarnos en los primeros días del año, ese ratón moral que nos puede enlentecer o paralizar, pero no imaginé que un hecho de violencia conmocionaría y activaría al país, un hecho resaltante porque una de las víctimas fue Miss Venezuela y actriz, es decir, tenía un rostro público, por esta razón y por la agresividad con que se perpetró el hecho es que nos afectó tanto a todos. 
Más recientemente, hubo otros hechos realmente dignos de resaltar: 
  • el apuñalamiento de Kevin Campos, en las escaleras del Hospital Pérez Carreño, quien se desempeña como médico residente de anestesiología de la misma Institución, 
  • el asesinato del arquitecto John Machado Añez en un enfrentamiento entre sus plagiarios y la División contra Extorsión y Secuestro del CICPC, en plena autopista Francisco Fajardo, la arteria vial más importante de Caracas y 
  • la eventualidad ocurrida con un grupo de "motorizados" en la localidad de Ocumare del Tuy, que sucedió en dos momentos. El primero fue la tranca o cierre a la ciudad que hicieron por más de 5 horas estos motorizados, quienes reclamaban al CICPC la violación a los "acuerdos de paz" y el abatimiento de tres delicuentes que pertenecían a la banda de "los orejones". El segundo, un día después, dicha banda rodeó un módulo policial de la localidad y los atacó duarante 4 horas con fusiles AR-15.
El mundo al revés, pues. ¿Dónde se ha visto que los delincuentes exigen "acuerdos de paz"? ¿Dónde los que le salvan la vida a los malandros en los hospitales (los médicos), son atacados violentamente para robarlos? ¿Dónde los delincuentes se enfrentan tan descaradamente a la policía? Sólo en lugares con impunidad, sin la respectiva justicia, donde las reglas del juego social fueron adaptadas por comodidad de todos y se llegó al caos. Eso es lo que tenemos: "El mundo al revés", donde los empresarios y comerciantes son perseguidos por la ley y los delincuentes reinan en la calle.
El mundo al revés
Muchos nos preguntamos ¿qué pasó en este país? ¿por qué tenemos la sensación (y certeza) de que los índices, grados y tipos de violencia han aumentado? ¿por qué el gobierno dejó de entregar las estadísticas formales? 
No creo poder responder satisfactoriamente, aunque tengo algunas ideas. Los valores que subyacen en cada uno de estos sucesos son los mismos, el desprecio por el otro, la necesidad de reconocimiento por sus pares delincuentes como alguien sin escrúpulos, sin emociones y sobre todo "poderoso", y el camino fácil de ascenso en su escala social (material). Creo, sin temor a equivocarme, que son los valores que definen a un grupo importante de venezolanos en la actualidad. La vida no tiene nungún tipo de valor en Venezuela.  
El mundo al revés
Los valores definitiva-mente cambiaron, me refiero al respeto (al otro, a la vida, al trabajo, a la educación...), la res-ponsabilidad, la atención, la amabilidad, la cons-tancia, el agradecimiento, el razonamiento, la con-fianza y paren ustedes de contar. Con el deterioro social que hemos estado viviendo, se han movido todos los parámetros de nuestros valores, pero también es cierto que nosotros debemos poner el ejemplo cumpliendo las normas más simples de convivencia.

5 de enero de 2014

VIII. Delincuencia

Este comienzo de año ha sido bastante convulsionado para mi. Entre la añoranza de familiares y amigos con los que no compartí en las recientes fiestas porque ya no viven en el país, las noticias de otros que nos dejan para buscar mejoras en su calidad de vida en otras latitudes y las constantes preguntas relacionadas con nuestro "destino" inmediato y a largo plazo (incluidas todas las historias de personas cercanas atacadas por la delincuencia), me siento bastante aturdida. 
Estoy terminando de leer Las fantasías de Juan Bimba, de Axel Capriles, en el que junto a La picardía del venezolano o el triunfo de Tío de Conejo, el autor explora y analiza los arquetipos presentes en la venezolanidad, destacándose el pícaro y el alza'o, aspectos que estoy segura no debo explicar mucho porque los conocen. Luego de esta revisión he llegado a una conclusión: hay que erradicar al Tío Conejo que llevamos dentro, al vivo, al que no respeta las reglas y se vanagloria de ello y sobre todo a ese que tiene la necesidad de asirse de bienes y beneficios de manera rápida, sin mucho esfuerzo y a toda costa. 
Esa manera de ser siempre ha estado presente en los venezolanos, sin embargo antes las autoridades (llámense padres, maestros, adultos, policía, gobierno...) parecían más efectivos en mantener a raya los aspectos negativos de esa viveza; gracias, quizás, a una mano más dura o simplemente al hecho de que se actuaba y se inspiraban cierto nivel de respeto. Pero ahora la viveza malintencionada superó a cualquier autoridad y creo que es uno de los hechos que más ha influido en el aumento del índice de criminalidad y en la transformación de los valores. "Estamos en un país al revés, donde el delincuente está suelto, robando (usualmente en una moto) y el comerciante está preso porque el gobierno lo considera ladrón", dice mi esposo con frecuencia. Cada vez perdemos más y más espacios de esparcimiento y nuestra salud mental es cada vez más precaria, ser paranoico es lo normal, lo conveniente. 
Sigo tratando de comprendernos y planteándome alternativas para resarcir tanto daño hecho, pero me encantaría oír las ideas que tienen para mejorar la situación. Hagamos una tormenta de ideas a ver qué sale.
Los dejo con una de las mías:
#HayQueEliminarATioConejo