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5 de enero de 2014

VIII. Delincuencia

Este comienzo de año ha sido bastante convulsionado para mi. Entre la añoranza de familiares y amigos con los que no compartí en las recientes fiestas porque ya no viven en el país, las noticias de otros que nos dejan para buscar mejoras en su calidad de vida en otras latitudes y las constantes preguntas relacionadas con nuestro "destino" inmediato y a largo plazo (incluidas todas las historias de personas cercanas atacadas por la delincuencia), me siento bastante aturdida. 
Estoy terminando de leer Las fantasías de Juan Bimba, de Axel Capriles, en el que junto a La picardía del venezolano o el triunfo de Tío de Conejo, el autor explora y analiza los arquetipos presentes en la venezolanidad, destacándose el pícaro y el alza'o, aspectos que estoy segura no debo explicar mucho porque los conocen. Luego de esta revisión he llegado a una conclusión: hay que erradicar al Tío Conejo que llevamos dentro, al vivo, al que no respeta las reglas y se vanagloria de ello y sobre todo a ese que tiene la necesidad de asirse de bienes y beneficios de manera rápida, sin mucho esfuerzo y a toda costa. 
Esa manera de ser siempre ha estado presente en los venezolanos, sin embargo antes las autoridades (llámense padres, maestros, adultos, policía, gobierno...) parecían más efectivos en mantener a raya los aspectos negativos de esa viveza; gracias, quizás, a una mano más dura o simplemente al hecho de que se actuaba y se inspiraban cierto nivel de respeto. Pero ahora la viveza malintencionada superó a cualquier autoridad y creo que es uno de los hechos que más ha influido en el aumento del índice de criminalidad y en la transformación de los valores. "Estamos en un país al revés, donde el delincuente está suelto, robando (usualmente en una moto) y el comerciante está preso porque el gobierno lo considera ladrón", dice mi esposo con frecuencia. Cada vez perdemos más y más espacios de esparcimiento y nuestra salud mental es cada vez más precaria, ser paranoico es lo normal, lo conveniente. 
Sigo tratando de comprendernos y planteándome alternativas para resarcir tanto daño hecho, pero me encantaría oír las ideas que tienen para mejorar la situación. Hagamos una tormenta de ideas a ver qué sale.
Los dejo con una de las mías:
#HayQueEliminarATioConejo