
¿Recuerdan a Tío Conejo, si a ese simpático animalito que acompañó la niñez de una importante generación de venezolanos? Ese conejo que con astucia o maña siempre venció la fuerza, frecuentemente representada por Tío Tigre, claro está.
Bueno, les confieso que ese par de personajes suelen representar los valores que menos me gustan de la venezolanidad, ese "vivisimo" del que nos vanagloriamos cuando "compramos el mismo objeto pero más barato", cuando "conseguimos un producto sin hacer cola (fila)", o cuando presumimos de "ganar más dinero por menos trabajo" que las otras personas. Cuando nos comportamos de esta manera está presente nuestro Tío Conejo interno. Ese Tío Conejo que desea estar por encima de los demás y de gozar de un poder que el otro no tiene, aunque se resuma a dejarte entrar o no a un despacho público.
La verdad es que esos valores que enaltecen el "facilismo", el "me lo merezco porque sí", "el pónganme donde haya" y que se contraponen a "hay que ganarse la vida con el sudor de la frente", "hay que estudiar/trabajar para superarse", "hay que obtener bienes con honradez"... son los valores que se resaltan en los cuentos tradicionales venezolanos de Tío Tigre y Tío Conejo, donde el conejo siempre sale airoso haciendo trampa y al pobre tigre lo ponen como feroz pero "poco inteligente". Tío Conejo me recuerda al refrán español "Más vale maña que fuerza", y sí, hay circunstancias donde esto es o debería ser lo deseado, pero eso no implica que sea una regla absoluta, ni mucho menos que todas las personas fuertes o correctas (por los muchos otros personajes que aparecen del cuento referido) no son inteligentes. Tío Conejo, nuevamente, despierta y refleja esos prejuicios "maliciosos" que tenemos hacia otros.

Esta reflexión me lleva a pensar en conclusiones:
- No porque algo sea tradicional es bueno, y por último,
- Hay que dejar de enaltecer los cuentos tradicionales de Tío Tigre y Tío Conejo (#HayQueEliminarATíoConejo).