26 de junio de 2011

V. Autoestima (Parte I)

Parte V


4. Autoestima (Primera parte)

La autoestima es entendida como una alta valoración a nosotros mismos, o el amor que nos profesamos, pero no sólo se concentra en la visión egoísta del sí mismo, sino que se completa cuando tenemos plena conciencia del otro, del vecino, la comunidad, el país, el planeta. En otras palabras, "el diálogo trascendental entre yo y el otro", como dice Manuel Barroso (2007, p. xxi).
Los venezolanos creemos que tenemos la autoestima "altísima" porque gastamos parte de nuestro presupuesto en productos de belleza y ropa, además nos gusta lucir "pepitos" (lindos, arreglados, perfumados y pulcros), nos gusta aparentar que tenemos, e inclusive nos desvivimos porque digan que somos chéveres, es tan importante para nosotros lo que opinen los demás, recuerden que tenemos un locus de control externo, que respondemos una encuesta sobre prosperidad y bienestar (calidad de vida), y obtenemos los resultados que nos ubica en el sexto país con mayor prosperidad del mundo (Encuesta de Gallup, publicada en abril de este año, y fue hecha en un total de 124 países). 
Claro, estos resultados hay que mirarlos más de cerca, para determinar las variables que pudieron intervenir en los resultados: 
Seré vendedora ambulante, pero jamás perderé el "glamour" (Cota Mil, Caracas)
  • "Esa empresa no es seria", fue lo primero que oí. Lo es, es una transnacional que tiene un historial que lo demuestra.
  • ¿A quiénes entrevistaron? Es otra de las preguntas que saltan a la palestra, bueno, la verdad es que en la muestra podrían sesgar los resultados, pero estoy segura de que por ser una empresa seria, tomaron una muestra representativa.
  • Lo que me llevó a preguntarme, ¿los encuestados comprendieron lo que les estaban preguntando? ¿Las preguntas estaban redactadas de manera tal que las diferencias culturales no nos afectaran? Para responderme estas preguntas, busqué y busqué, pero los datos que encontré más aproximados fueron los resultados presentados por Gallup, con los que pude constatar, no las preguntas, sino las respuestas presentadas en una escala con tres opciones: a) Próspero, b) Luchando y c) Sufriendo. E inmediatamente pensé, ¿será que nos da pena decir que estamos luchando, o peor aún, sufriendo? Con esa variable de locus de control externo pesando sobre nosotros, pues tal vez, esa sea la respuesta. Por otro lado, ¿será que respondimos desde lo que deseamos y no desde la realidad palpable? ¿será que no nos tomamos en serio la encuesta? 
Estos resultados nos dejan más preguntas que respuestas, y deja en evidencia que somos bastante contradictorios. Me inclino a que una de las razones de peso es que nos importa mucho el qué dirán, o como dice una amiga "podré perder hasta el trabajo, pero jamás el glamour". 
    ¿No les parece que los datos arrojados por esta encuesta podrían estar apuntando a que nos valoramos tan bajo, creemos que tenemos tan poco valor, que nos conformamos con los pobres resultados que han generado los gobernantes de turno? Los espero en la próxima entrega.

    Bibliografía:
    Barroso, Manuel (2007) Autoestima del Venezolano. Democracia o Marginalidad (2da. edición). Galac: Caracas.