¿Recuerdan a Tío Conejo, si a ese simpático animalito que acompañó la niñez de una importante generación de venezolanos? Ese conejo que con astucia o maña siempre venció la fuerza, frecuentemente representada por Tío Tigre, claro está.
Bueno, les confieso que ese par de personajes suelen representar los valores que menos me gustan de la venezolanidad, ese "vivisimo" del que nos vanagloriamos cuando "compramos el mismo objeto pero más barato", cuando "conseguimos un producto sin hacer cola (fila)", o cuando presumimos de "ganar más dinero por menos trabajo" que las otras personas. Cuando nos comportamos de esta manera está presente nuestro Tío Conejo interno. Ese Tío Conejo que desea estar por encima de los demás y de gozar de un poder que el otro no tiene, aunque se resuma a dejarte entrar o no a un despacho público.
La verdad es que esos valores que enaltecen el "facilismo", el "me lo merezco porque sí", "el pónganme donde haya" y que se contraponen a "hay que ganarse la vida con el sudor de la frente", "hay que estudiar/trabajar para superarse", "hay que obtener bienes con honradez"... son los valores que se resaltan en los cuentos tradicionales venezolanos de Tío Tigre y Tío Conejo, donde el conejo siempre sale airoso haciendo trampa y al pobre tigre lo ponen como feroz pero "poco inteligente". Tío Conejo me recuerda al refrán español "Más vale maña que fuerza", y sí, hay circunstancias donde esto es o debería ser lo deseado, pero eso no implica que sea una regla absoluta, ni mucho menos que todas las personas fuertes o correctas (por los muchos otros personajes que aparecen del cuento referido) no son inteligentes. Tío Conejo, nuevamente, despierta y refleja esos prejuicios "maliciosos" que tenemos hacia otros.
Esa actitud nos viene desde la época de la colonia y es fácil ver su raíces en la idiosincrasia española, autores como Germán Carrera Damas, Francisco Herrera Luque, Elías Pino Iturrieta, Axel Capriles, entre otros, han estudiado ampliamente este hecho y pueden consultarlos si quieren profundizar en ello. Sin embargo, lo que realmente quiero resaltar en esta nota es que esos valores que nos inculcan estos cuentos tradicionales venezolanos están errados y debemos comenzar a cambiarlos, debemos enseñar a las nuevas generaciones el valor del trabajo, del estudio, del esfuerzo, de la honestidad y de la humildad (la verdadera, la que no es sinónimo de pobreza), para que en las próximas generaciones no exalten ese vivismo criollo que nos ha caracterizado.
Esta reflexión me lleva a pensar en conclusiones:
- No porque algo sea tradicional es bueno, y por último,
- Hay que dejar de enaltecer los cuentos tradicionales de Tío Tigre y Tío Conejo (#HayQueEliminarATíoConejo).
Esstoy total y absolutamente de acuerdo con lo que dices Maribel, es algo de lo que le he hablado a mi esposo desde hace años, e incluso fue motivo de largas charlas porque a mi parecer ( aunque parecen inofensivos) mal forman la percepción hacia el otro, hacia la vida en comunidad, hacia los actos justos, yo también son anti Tio Tigre y anti Tio Conejo .
ResponderBorrarAsí es Úrsula... son "cuentos infantiles", fueron editados y redistribuidos nuevamente y los valores que transmiten son realmente perjudiciales para la convivencia con el otro, con los otros.
BorrarUn abrazo.
Te felicito Maribel! Buena semblanza sobre estos dos "quisiarquetipos" nuestros. Me eché a reír cuando vi este artículo, por la sincronicidad: en estos días fui entrevistado por un periodista y amigo, y hablé sobre el peso de la cultura tanto del "Tío Tigre" como del "Tío Conejo" y la complementariedad que se dan entre ellos, y justo hoy proceso a sacar para tener a la mano tres libros sobre el tema: el ya mencionado de Axel Capriles, el de cuentos de estos dos personajes y uno sobre análisis de dicha literatura. Gracias por refrescarme algunas cosas.
ResponderBorrarComo amante de la psicología jungiana y la arquetipal que se deriva de ella, me gustaría hacerte una sugerencia: no es evolutivo recomendar la eliminación de esa literatura, porque ello equivaldría a asumir un rol "inquisitorial" o censor, que estimula más bien el crecimiento de la Sombra (inconsciente) individual y colectiva respecto a esas actitudes y valores cuestinados.
Lo que recomendaría es la lectura de esos cuentos con actitud de promover la conciencia de esa carga psicocultural y los problemas que trae. Si no se reflexiona sobre los complejos ideo-afectivos que arrastramos, en este caso sobre los asociados a estos dos personajes, no se gestan condiciones para la concientización y superación de dichos complejos. La educación ha de ser reenfocada, y en ello esa literatura puede ser valiosa al mostrarnos parte de nuestro evo y Sombra colectiva.
Un abrazo amiga!
Si Wlad, estoy de acuerdo con trabajar la sombra, eso es lo que hay que hacer. Pero si te soy honesta, en la actualidad no confío en nada en las autoridades que están llamadas a llevar esa tarea. Por eso me fui al extremo.
BorrarTe entiendo Bel, pero esta es información que no va dirigido sólo a ellos, sino a padres y docentes también, que podrían creer que esa es la acción adecuada: continuar o acentuar la represión de los elementos disonantes del ego y de la Sombra, propiciando con ello más caos y mayor hervidero de aspectos disociales.
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